Recuerdo una entrevista en las chabolas del gueto sudafricano de Alexandria, cuando aún Pieter Botha era el último presidente del apartheid. El ambiente era muy hostil, los corresponsales japoneses iban con chalecos antibala de cuello alto. Jesús sin apenas preguntas arrancaba testimonios a quienes sufrían apretando los dientes. Tuve que salir con la excusa de ir a buscar el coche porque estaba a punto de fastidiar la grabación, me estaba ahogando tragando lágrimas. Salimos de allí a la carrera, casi a punta de pistola. Donde los demás habrían tenido anécdota para rato, él jamás entretenía su ego vanagloriándose de nada. A editar, enviar, y a por otra.
En esta obra, publicada por Arzalia, Jesús cuenta como, contra todo pronóstico, enfermó. Nunca fumó, bebió discretamente, comía sano y hacía deporte de toda la vida. Sus genes nunca antes se habían manifestado en la familia con tan poca falta de consideración. Tras el mazazo inicial, Jesús hizo lo único que cabía esperar, se abrazó a su tribu, aprovechó su entrenamiento como corredor y continuó empujado por el propósito último de terminar este libro con el que compartir esta última experiencia.
“A lo mejor no ganamos, pero nos hemos embarcado en una batalla que hay que mantener hasta el final”. Ahora no recuerdo si esta cita viene de un momento de la lucha contra el “bicho”, o es una frase que dijo esperando a Paco Medina, su compañero de carreras con y sin zapatillas, que estaba sentado en la acera, sin aliento, para poder llegar juntos a la meta.
Jesús no era un iluso, ningún corredor de maratones puede serlo. Su fuerza le empujó siempre “con una reserva de escepticismo, por si hace falta empezar de nuevo”. Era un optimista para el que, como decía Haruki Murakami, el eterno candidato al Nobel que asoma una y otra vez entre las páginas, en la carrera “el dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional”, kilómetro a kilómetro, día a día. Correr no evitó que Jesús tuviera cáncer, pero le mantuvo a salvo hasta la meta. A él y a todos los que le acompañaron en este maratón que es la vida.
***Con la publicación de este libro Jesús Martín quería sensibilizar sobre la necesidad de implantación de sistemas de detección precoz del cáncer de colon. Fui a consultar a un especialista: “¿Quieres hablar de la prueba de heces? No es tan útil como se vende. Esta prueba detecta la sangre en las heces, y se tendría que confirmar posteriormente con una colonoscopia. Si tienes hemorroides, puede dar positivo si sangras y te tendrías que hacer una colonoscopia. Si tienes un tumor pero no sangra el día que te haces la prueba, daría un resultado negativo. Siempre acabas haciendo una colonoscopia, que es mucho más cara. Eso es lo que pasa”.
Puedes comprar el libro en:
\n